#ElPerúQueQueremos

Solo una transformación cultural salvará al Perú

Ningún tipo de gobierno, ningún modelo económico, ningún cambio de rumbo puede servirnos si primero no completamos aquella gran tarea que dejamos pendiente desde que nacimos como nación. No hay otra.

Eduardo Abril Lira, ingeniero

Publicado: 2016-03-07


La sensación de una buena parte de la población en el Perú de hoy es que todo está mal, la percepción que nadie defiende a los ciudadanos, que el estado es un enemigo del pueblo, que el Perú se sigue jodiendo día a día, que esta cosa llamada democracia no nos sirve. En este artículo ofrezco una exposición comparativa, una opinión de nuestra mal criada “democracia” desde una perspectiva fuera del país, la de un peruano que emigro hace casi 20 años y que vive en el área de Washington DC.

Yo le voy a demostrar que, como treinta millones de peruanos, y sin importar el grado de instrucción o la especialidad que pudiera tener, Ud tiene un entendimiento trunco y deformado de los preceptos básicos que son necesarios para la existencia de una democracia saludable, y que esa es la causa fundamental de nuestra evidente falta de capacidad para gobernarnos a nosotros mismos. Sugiero se abroche el cinturón de seguridad.

¿Cuándo se jodío el Perú?

Todo empezó en el principio (vaya novedad), cuando nacimos como nación, o más precisamente con el Acta de Independencia. El Acta de Independencia del Perú es un texto simple en que los que los firmantes declaran al país “libre” del dominio de España o de cualquier otro poder extranjero, y hasta la letra de nuestro Himno Nacional transmite ese mensaje. El Acta de Independencia no fue, para nada, un reconocimiento, declaración o proclamación de derechos del ciudadano. Fue firmada por el Arzobispo de Lima, condes, marqueses y “vecinos notables” de la época que no tuvieron el mínimo interés en llamar la atención o hablar de derechos a los ciudadanos. Así, en un momento crucial de nuestra historia, los peruanos inauguramos la tradición nacional de falta de aprecio por valores democráticos. Luego de sellada la independencia los condes siguieron siendo condes y los marqueses siguieron siendo marqueses.

Contrariamente a lo que la mayoría de gente cree, el documento conocido como “Declaración de Independencia de los EEUU” no es propiamente una declaración de independencia. Es principalmente una muy elaborada declaración y reconocimiento de derechos naturales inalienables del hombre, como el derecho a la libertad, derecho a la igualdad, derecho a la vida, y el derecho a la búsqueda de la felicidad. El documento también resalta que la razón de existir del gobierno es para brindar protección a los ciudadanos y justifica la revolución cuando el gobierno perjudique los derechos del ciudadano. Los fundadores difundieron esas ideas en la población y los americanos de entonces se la creyeron, y hasta hoy se la siguen creyendo. La separación de Inglaterra tuvo lugar porque se consideró que los actos del gobierno inglés eran un impedimento en la consecución de esos derechos. La declaración fue firmada por la asamblea de representantes elegidos de las trece colonias.

Los fundadores de los EEUU supieron reconocer que educar valores era fundamental para el éxito de una sociedad democrática dado que una democracia saludable exige virtudes cívicas, tales como el cumplimiento voluntario de las leyes, respeto a los derechos de otros, cuidado del bien común y el involucrarse en la vida pública (hacer uso del derecho de sufragio, presentar propuestas de ley, cumplir y exigir a funcionarios el cumplimiento de leyes, pedir cuentas a los funcionarios, etc). Una de las premisas fundamentales para el establecimiento del sistema de educación para todos fue el entendimiento de que en una democracia representativa los niños necesitan aprender los valores que son necesarios para la buena ciudadanía. El objetivo original de educación pública nunca fue simplemente para transmitir conocimientos, sino también para forjar valores y conductas democráticas.

La importancia del 78%

Cuando se afirma “la corrupción es un cáncer que esta enraizado en la toda la administración pública” se está minimizando el problema. Lo cierto es que la corrupción de la clase política y la violencia en las calles son solo la punta del iceberg, la parte más visible de una montaña de dolencias que nuestra población padece víctima de sí misma, víctima de ser una sociedad con profunda ausencia de valores sociales.

Según reciente encuesta de IPSOS, el 78% de peruanos acepta vivir con el flagelo de la corrupción, acepta la corrupción en su forma de vida. Ese 78% significa, lógica y alarmantemente, la gran mayoría de la población. Pregunto: En el hipotético caso de que ese 78% llegue a ostentar algún cargo en la empresa privada, el poder judicial, la policía, algún cargo en el gobierno o empresa pública, ¿ese 78%, una vez en el poder, dejarían de aceptar la corrupción, para por algún arte de magia convertirse en campeones de la lucha contra la corrupción?: Por supuesto que no. Entonces, ¿qué es lo que está mal? ¿Qué es lo que debemos cambiar?

Desde la distancia las deficiencias democráticas de nuestra sociedad se hacen fácilmente visibles, y para muestra tres botones, hablaré de tres temas sociales para ayudarme en la ilustración de esas deficiencias: la posesión de armas por civiles, la protesta, y nuestros partidos políticos.

La Posesión de Armas

En una democracia ¿quién tiene el poder (esta pregunta es facilita)? pues, el pueblo; Quien tiene las armas tiene el poder ¿verdad?; En el Perú, ¿quién tiene las armas, el pueblo o el gobierno?: pues, el gobierno; ¿Entonces quien tiene el poder?: pues, el gobierno; Pero entonces, ¿no habíamos quedado que en una democracia el poder lo tiene el pueblo?

La democracia es frágil y siempre susceptible al despotismo, y quien quiera que asuma el poder (persona o grupo) es igualmente susceptible.

En los Estados Unidos la posesión de armas por ciudadanos es un derecho garantizado por la constitución (y el número de armas en manos de civiles supera a la cantidad total de la población). Los fundadores querían una garantía de fuerza para asegurarse que ningún gobierno futuro pudiera exceder los poderes descritos en la constitución. El propósito principal del derecho a portar armas es el de limitar el poder del gobierno para someter a la población mediante el uso de la fuerza. Y nada restringe a los ciudadanos del uso de armas siempre que les asistan en su capacidad de defender sus derechos a la vida y la libertad además de ejercer el deber cívico de actuar en concierto en defensa del estado frente a una agresión externa (la milicia es el propio pueblo).

A los peruanos nos aterra la idea de que de civiles tengan armas, sin embargo nos quedamos pensando al caer en cuenta que Chile no se hubiese atrevido a invadir el Perú en la Guerra del Pacifico si la población civil peruana hubiese tenido armas y costumbre de usarlas.

Pero poseer gran poder requiere gran responsabilidad. Poner armas en manos de civiles exige una ciudadanía comprometida, respetuosa de la ley, respetuosa de los derechos de otros y con alto desarrollo del sentido de auto control, de lo contrario las consecuencias pueden ser obviamente catastróficas.

La Protesta y Marchas Civiles

“Aquellos que hacen una revolución pacífica imposible harán una revolución violenta inevitable”. John F. Kennedy. 1962

Lastimosamente, en el Perú la protesta y las marchas civiles son derechos reconocidos, mas no son entendidos como instrumentos democráticos. Para que una protesta sea tomada en serio y se pueda conseguir algún efecto político, esta debe alcanzar niveles extremos de violencia y en demasiados casos hasta la muerte de protestantes o policías. A la mala tiene que ser.

En una democracia funcional la protesta y las marchas civiles son un elemento primordial, un importante mecanismo democrático que permite a la gente hacer llegar su opinión al resto de la población o a sus gobernantes. La creación de muchas leyes y decisiones políticas obedecen a los deseos de la población expresados mediante el uso de la protesta pacífica y las marchas civiles. ¿Para qué serviría la libertad de expresión si al final el gobierno no escucha los deseos de su población?

Al nacer Estados Unidos (1776), y consecuentes con el proclamado principio de igualdad, el recientemente formado Congreso de los Estados Unidos decidió no favorecer a ninguna de sus ciudades existentes con la designación de capital de la nación, y decidieron ubicar la nueva capital en un lugar donde no siquiera había ciudad. Así nació el Distrito de Columbia, también conocido como Washington DC, que no pertenece a ningún estado. Luego diseñaron la ciudad: las ubicaciones de plazas, calles, edificios de gobierno, etc.

Para servir como escenario cívico nacional para reuniones públicas (entre otras cosas), el congreso de los Estados Unidos reservó y creó, el corazón de Washington DC, el “National Mall”, un legado permanente para las generaciones futuras. El National Mall es un área despejada a manera de parque de más de un millón de metros cuadrados en la parte políticamente más visible de la capital, justo en frente de la las sedes de los poderes ejecutivo (Casa Blanca) y legislativo (Capitolio). No tiene puertas, rejas, ni muros de separación. Es aquí donde los derechos constitucionales de libre expresión y de reunión pacífica alcanzan su máxima expresión. Por citar algunos ejemplos, el National Mall sirvió de sede para las múltiples protestas contra la guerra de Vietnam con hasta 600,000 participantes y, para la inauguración presidencial de Barack Obama en el 2008 con un millón ochocientos mil asistentes (una y media veces la población de Arequipa).

Nuestros Partidos Políticos

Nuestros partidos políticos son instituciones débiles y se ha identificado a esta realidad como una de las razones de nuestra fallida democracia. Se ha dicho que “la ausencia de partidos es la causa y consecuencia del desprecio que los peruanos muestran por sus políticos”. ¿Pero no tendría que ser al revés? ¿No debería esta situación provocar una movilización popular, con altísima y ferviente participación ciudadana para acudir al rescate de sus partidos, mejorarlos, fortalecerlos, acabar con sus vicios y limpiarlos de corrupción?

Un sistema político totalitario o corrupto fomenta una cultura de pasividad y apatía, busca moldear una ciudadanía obediente y dócil. En contraste, los ciudadanos de una sociedad libre persiguen sus intereses, ejercen sus derechos y asumen la responsabilidad de su propia vida (como la participación activa en la vida política). No son los gobiernos o las leyes los que hacen fuertes a los partidos, es la población la que hace fuertes a sus partidos, del mismo modo en que la población hace fuerte a la democracia.

La verdadera razón de que no tengamos partidos políticos fuertes es que no tenemos una cultura cívica democrática ¿Cómo vamos a tener partidos políticos fuertes si hasta para ejercer el derecho de sufragio nos tienen que obligar (multas por no votar)?

En 2015 Frente Amplio otorgó a la ciudadanía la oportunidad de elegir a su candidato presidencial con la participación voluntaria de 31,700 votantes a nivel nacional. Sin precedentes en la historia de algún partido en el Perú. Algunos otros partidos eligen su candidato presidencial único en una reunión de cuatro pelagatos entre gallos y medianoche.

En las elecciones de EEUU de 2008, un total de 57 millones de americanos (26% de la población elegible para votar) participaron voluntariamente en las elecciones en sus partidos para elegir a sus candidatos presidenciales en un proceso de más de cinco meses. Barack Obama participo en veinticinco debates para ganar la nominación de su partido (y tres más para ganar las elecciones generales). Pero lo más sorprendente es que los exigentes procesos primarios no son requeridos por la ley, son creación de los partidos en respuesta a las demandas de los propios miembros del partido. Para designar a los miembros de mesa no hace falta efectuar sorteos, pues siempre sobran entusiastas voluntarios (sin remuneración).

Educación y Democracia

... nada es de mayor importancia para el bienestar público que formar y entrenar a la juventud en la sabiduría y la virtud” Benjamín Franklin

Benjamín Franklin (inventor, científico, activista cívico), como uno de los fundadores de los Estados Unidos, tuvo una enorme influencia en numerosos aspectos de la vida estadounidense. Desde un punto de vista educativo, Franklin fue fundamental en la creación y desarrollo de varias instituciones de educación superior. También fue uno de los proponentes claves que abogaron por un sistema de “educación para todos”. Franklin tomó una fuerte posición en cuanto a la necesidad de forjar la moral en las escuelas públicas. Propuso que la moral y la educación estaban intrincadamente unidas.

“El mejor gobierno es aquel que gobierna menos, porque la gente se disciplina a sí misma”. Thomas Jefferson.

Thomas Jefferson, abogado, autor principal de la Declaración de Independencia (1776) y tercer presidente de EEUU, abogó por un sistema de educación pública que pondría una escuela primaria en cada condado dentro de tres millas de cada hogar a ser financiados por impuestos auto-impuestos para el beneficio de todos. Jefferson entendió, al igual que los otros fundadores de esta nación, que el éxito de la democracia representativa dependía de la existencia de una ciudadanía responsable y educada.

En la sociedad estadounidense el educar valores y conductas democráticas es, y siempre ha sido, un objetivo fundamental en sus sistemas de educación, pues se tiene por entendido que sin educación democrática la democracia y hasta la propia libertad se ponen en riesgo. El reconocido educador Chester E. Finn explica este concepto claramente: “La educación desempeña un papel primordial en las sociedades libres (…) En una democracia el régimen [gobierno] es el servidor del pueblo, y la capacidad del pueblo para crear, mantener y mejorar ese régimen [gobierno] depende en gran medida de la calidad y la eficacia de los procesos educativos por los que los pobladores pasan. Se puede decir que en una democracia una educación adecuada hace posible que la propia libertad florezca con el tiempo”.

En contraste con las sociedades autoritarias o gobiernos corruptos, que tratan de inculcar en la población una actitud de aceptación pasiva, “el objetivo de una educación democrática es producir ciudadanos de pensamiento independiente, con cuestionamientos, de una perspectiva analítica, pero que al mismo tiempo deben estar profundamente familiarizados con los preceptos y las prácticas de la democracia. Las personas nacen con un apetito por la libertad personal, pero no nacen con el conocimiento de los acuerdos sociales y políticos que hacen posible la libertad (…) Estas cosas deben ser adquiridas. Deben ser aprendidas” (Chester E. Finn).

Según el Departamento de Educación de EEUU, “la educación del carácter [educación de valores] es un proceso de aprendizaje que permite a los estudiantes y adultos en una comunidad escolar comprender, practicar e interesarse por los valores éticos fundamentales tales como el respeto, la justicia, la virtud cívica, la ciudadanía, y la responsabilidad por sí mismo y por el prójimo. Sobre tales valores fundamentales se forman las actitudes y las acciones que son propias de las comunidades seguras, saludables e informadas que sirven como los cimientos de nuestra sociedad”.

Cabría ahora preguntarse ¿por qué nuestras escuelas no educan valores democráticos?: Es válido responder a esta pregunta con otra: ¿A quién le interesa no educar valores democráticos en la población?

Historia de la Educación de Valores Democráticos en el Perú

[Nota del autor: Esta sección ha sido dejada como “place holder” hasta encontrar fuentes que puedan elevar nuestro conocimiento en esta área, optimistamente, en unos cinco años]

¿Cómo efectuar la transformación cultural?

Si la transformación cultural fuese una opción ¿cómo se puede transformar culturalmente a todo un país?: Tendría que usarse un método contundente y que alcance a toda la población, un método con una fuerza comparable al que usaron los conquistadores cuando nos inculcaron su cultura de egoísmo, discriminación, abuso y corrupción, un proceso cuyos efectos se impongan al pasar de los siglos, al cambiar de los tiempos y los tipos de gobierno: una revolución pacífica. Afortunadamente no somos el único país en este purgatorio. Las buenas nuevas es que, de los países hispanos, la luz al final del túnel ya la han visto Colombia y Puerto Rico, y hacia esa luz han encaminado sus pasos. Podríamos seguir sus huellas. La idea no es nueva, es simple y funciona: Educar valores y conductas democráticas en todas las escuelas, en todos los grados, todos los días.

Después de varias décadas de extremos niveles de violencia, sectores colombianos llegaron al convencimiento de que la educación tiene un gran potencial para ayudar a promover una sociedad más pacífica y justa, y desde 2004 el Ministerio de Educación de Colombia puso en práctica un programa nacional de formación de valores y civismo, dirigiendo más atención a los esfuerzos en educación para la paz y la ciudadanía: Una nueva materia llamada “Competencias Ciudadanas” es obligatoria en todo el país y ha ganado la misma importancia que las otras materias académicas.

En 2012, Puerto Rico enmendó su legislación en educación para hacer de la educación de valores una parte permanente y obligatoria en los currículos de todas las escuelas de Puerto Rico. La enmienda requiere que “… las autoridades cuidarán de que los cursos que la escuela imparte:(…) incluyan valores universales como la confiabilidad, el respeto, la responsabilidad, la justicia, la bondad y el civismo”. Aquí puede encontrarse un breve video donde el Gobernador de Puerto Rico se dirige a la población para explicar la necesidad, implementación y resultados medibles del programa “Tus valores cuentan”:

https://www.youtube.com/watch?v=O9O6KPfP1m8

¿Y cómo se educa conductas y valores democráticos? Gran tema. Por limitaciones de espacio en esta columna voy a abordar este tema posteriormente.

En esta época de elecciones, cuando todo se percibe con suspicacia, cuando inevitablemente se me va a tildar de “imperialista”, quiero dejar en claro que no estoy abogando por un gobierno de derecha o izquierda. Estoy hablando de que ningún tipo de gobierno, ningún modelo económico, ningún cambio de rumbo puede servirnos si primero no completamos aquella gran tarea que dejamos pendiente desde que nacimos como nación. Solo trato de ser un ciudadano que aporta ideas para buscar y encontrar soluciones, por las muchas lágrimas que derramé cuando al emigrar tuve que dejar mi familia, mi tierra y mi gente, y por aquellas otras que aún derramo.

Cuando la necesaria transformación cultural empiece a dar sus frutos, y nuestra población tenga predisposición para luchar y defender los intereses de la comunidad y el país como si fuesen los de la propia familia, cuando nuestra sociedad sea capaz de producir suficientes líderes que imbuidos de un puro espíritu patriota estén dispuestos a subyugar el interés personal al de sus comunidades, cuando nuestros gobernantes y postulantes nos teman por hacer respetar nuestros sólidos principios de justicia, libertad, honestidad e igualdad como corresponde a una sociedad democrática, entonces, esta vez sí, de verdad, seremos un país libre y podremos aspirar a serlo siempre. “Hay hermanos muchísimo que hacer” (Cesar Vallejo)

REFERENCIAS:

1. - An Historical Analysis of Character Education. Michael Watz, Buffalo State College, 2011

http://digitalcommons.buffalostate.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1040&context=jiae

2. – Programa de Competencias Ciudadanas de Colombia

http://www.mineducacion.gov.co/1621/w3-article-235147.html

3. - Enmienda a la ley Orgánica de Educación de Puerto Rico para la obligatoriedad de educación de valores.

http://www.lexjuris.com/lexlex/Leyes2012/lexl2012160.htm


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